Hacia El Primer Encuentro Mundial de Ignorares

lunes, 25 de octubre de 2010

DULCE DE MILOJAS

«El pensamiento no es de Almíbar Tobón, aunque lo nieguen las hormigas y lo discutan las abejas.»

Al nacer, ya pensaba asombrosamente. Su primer blanco de análisis fue la familia, a la que dejó sin argumento justificatorio para su existencia. Esto le ganó su exclusión, como también de la escuela, a la que le comprobó y demostró su ensañamiento contra lo humano. Se rió misericordiosamente de las iglesias y a los ejércitos los confrontó con un espejo y antes de que lo convirtieran en esclavo supo que el aparato productivo era la máquina de producir mierda más espantable que el hombre había diseñado y que la única manera de librarse era separarse de ella definitivamente en sana soledad, dejando así de ser un pegoste solitario.

Para cuando llegó a estas conclusiones, ya se había practicado en su contra todas las mañas para obligarlo a no continuar pensando, pero era tan portentosa su rapidez para pensar que era imposible encajarle información en su cuerpo, lo que le permitía procesar datos, sin necesidad de almacenarlos.

Como su pensar no era acumulativo estaba obligado a decirlo compulsivamente con la misma velocidad con que fluía, esto creó miedo y condujo a la defensa, lo llevaron a las cárceles, hospitales, manicomios y otros basureros; pero ninguno de estos espacios recibidores de desechos de mercancía humana evitó que siguiera pensando; por el contrario en cada caso su capacidad aumentaba, desmantelando la reclusión con irrefutables argumentos.

Fue así que se decidió extirparle el cerebro y se le extirpó, pero para desconcierto de todos, al parecer le agradó la operación porque con sólo el cascarón del cráneo, siguió pensando en todas direcciones, violentando todos los métodos de análisis conocidos en la historia humana. Esta lucidez determinó que el cerebro estorbaba para pensar.

Lo sometieron a otras investigaciones donde se descubrió que él ni siquiera sabía que pensaba y eso complicó aún más las cosas.

Un día, después de someterlo a drogas y desvelos, un sabio se percató, por pura casualidad que pensaba con la uña del dedo gordo del pie y las otras eran ramificaciones. Esta aseveración no causó asombro, a esas alturas el miedo era extremado. Se las sacaron de raíz y siguió pensando con los dedos y se los cortaron, hasta que le sacaron el cuerpo de cuajo y siguió pensando en el pensamiento mismo y a ellos se los consumió el miedo confundiéndose en un desfaratamiento de ideas incomprensibles.

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